Prana, qi, ki...
'Prana' es la palabra en sánscrito para 'aliento' o ‘aire inspirado’ (del verbo ‘pran’: aspirar). Pero tiene un significado mucho más profundo del que nosotros solemos atribuir al simple aliento. Se refiere a una especie de 'espíritu o energía universal' que penetra en el cuerpo con el aire de la respiración. No se trata solo del aire que respiramos, o, mejor dicho, la respiración no es concebida como un mero mecanismo de aporte de oxígeno sin trascendencia más allá de la biología, sino todo lo contrario. El prana es un principio físico que, a través del aire, impregna todo nuestro ser, afecta nuestra biología y en especial nuestro psiquismo. Es aquello que aporta la vida a la vez que la inteligencia a los seres que respiran. El prana unifica lo físico, lo biológico y lo psicológico.
La primera mención de la palabra prana aparece en el Rig-veda, el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C. Términos de otras culturas posteriores tomaron su sentido original de aire-vida-inteligencia: el pneuma y la psyché griegos, la ruaj y la néfesch hebreas, el spiritus i el anemos del latín, el ruh árabe... O el propio atman hindú, que también significa alma a la vez que aire o aliento. (Véase la entrada ‘Pneuma...’ de este mismo blog sobre la cuestión.) Asimismo se solapa con jiva, otro término del sánscrito para alma-aire, que se refiere a la porción de aire que se ubica en el corazón y se asocia específicamente a este órgano, a diferencia del prana, que se extiende por todo el universo sin una localización específica. (Uno puede hacerse una idea de la riqueza y de la complejidad del término prana consultando el Sanskrit-English Dictionary de Monier Monier-Williams.)
En la tradición védica se entiende el prana como ‘aire vital’ o ‘fuerza vital’. En China se conoce como qi. Ki en Japón. En Polinesia como mana. En todos los casos se entiende que dicho principio está presente en el universo entero, tanto en el macrocosmos (la atmósfera, el espacio) como en el microcosmos (los organismos vivos). Su flujo adecuado hacia nuestro cuerpo y dentro de éste aseguran nuestro buen estado de salud. Prana es la energía que surge del universo y que funciona como una interfaz entre nuestro cuerpo físico y nuestro ser mental. Esta energía o prana alimenta las funciones psicofísicas y psicológicas, aporta la ‘animación’, el alma. Es la energía que mueve la mente.
Según la medicina ayurveda y el yoga, el prana fluye en el cuerpo humano a través de una red de canales llamados nadís. Estos son unos conductos (los bronquios, la red de arterias y venas, los canales linfáticos) a través de los cuales fluye el prana, o energía sutil del aire: en el aire de los pulmones, en la sangre de las arterias y venas, en la linfa...
En la interpretación hermética occidental, los nadís no son sólo los orificios y canales por donde penetra y se difunde el aire dentro del cuerpo a través de la respiración y la circulación de la sangre y de la linfa, sino que se entiende que se extienden también fuera de nuestro cuerpo formando una red de canales ‘etéricos’ o ‘akásicos’ (akasha es 'éter' en sánscrito) en el aire alrededor. A través de ellos fluye la energía prana.
Escribió C. W. Leadbeater, en este sentido, que el prana es la energía que proviene del universo, por los nadís del aire y de la atmósfera, y que actúa sobre los sistemas respiratorio, cardiovascular y nervioso, y modula de esta forma el alma y la razón humanas. Tal energía lleva incorporada en sí misma una información o conocimiento vital, que es naturalmente 'leído' por nuestro organismo, sostiene este autor. Nuestra actividad vital y mental, en lo más básico, tiene su origen en la acción fundamental del prana.
Escribió C. W. Leadbeater, en este sentido, que el prana es la energía que proviene del universo, por los nadís del aire y de la atmósfera, y que actúa sobre los sistemas respiratorio, cardiovascular y nervioso, y modula de esta forma el alma y la razón humanas. Tal energía lleva incorporada en sí misma una información o conocimiento vital, que es naturalmente 'leído' por nuestro organismo, sostiene este autor. Nuestra actividad vital y mental, en lo más básico, tiene su origen en la acción fundamental del prana.
En japonés el equivalente al prana es el ki, que significa ‘energía, presencia, voluntad o salud’, y que en algunos contextos se traduce directamente como ‘respiración'.
En la medicina china, especialmente en la acupuntura y sus derivaciones, el qi es literalmente ‘aire, aliento, disposición de ánimo'. Es un principio activo que forma parte de todo ser vivo y que se debe entender, igual que el prana, como un ‘flujo vital de energía’. El qi es una energía que fluye continuamente por el aire y el organismo, y la alteración de su libre flujo es el origen de los trastornos físicos y psicológicos.
La herramienta principal para el conocimiento del qi es la respiración. Así, en la mayoría de los sistemas espirituales y terapéuticos orientales se incluyen métodos de atención a la respiración y técnicas específicas de respiración para desarrollar la energía de la persona y armonizarla con la del universo. En meditación, la respiración se considera una expresión del estado de ánimo, así como el vínculo existente entre las emociones, el pensamiento, los instintos y los estados físicos. La respiración actúa como una verdadera interfaz que comunica las emociones con el pensamiento, lo físico con lo psíquico, el mundo exterior con el mundo interior.
Algunos maestros zen y budo afirman que la respiración de los seres vivos forma parte de la 'respiración' del cosmos, puesto que todos los elementos de la naturaleza forman parte del Todo y la realidad se expresa en procesos de opuestos alternantes (lo que se conoce como yinyang). De modo que el cosmos respira, en una oposición alternante a nuestra respiración, proceso por el cual el universo, que está 'vivo' y siempre cambia, transmite su 'logos' a nuestro cuerpo y nuestra mente asimismo cambiantes.
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